sábado, 28 de junio de 2014

CABALLO SALVAJE

Roberto tiene 35 años, es alto y musculoso, parece el producto de una mezcla racial en la que seguramente hubo indígenas. Eso puede verse también en sus ojos oscuros profundos y algo rasgados. En la piel cobriza de  su espalda y brazos lucen diferentes tatuajes, entre ellos una serpiente.  
Viste en forma humilde y a veces - parece depender de su estado de ánimo- lo hace en forma andrajosa. Pero eso es simplemente la manera de demostrar su desinterés por el mundo, aunque sabe lucir caras camperas de cuero y championes de marca.
Vive a monte, en ocasiones con su hermana, otras con amigos, a pesar de tener una casa en a la que poco va y a la que  cuida menos.
Sus manos son de hombre de trabajo, fuertes y ásperas. Aunque no nacieron para tocar el piano,  si para acariciar.
Parece estar siempre riendo desde lo más profundo de sus ojos aindiados  que tienen un brillo  especial. Lleva el pelo largo y enrulado, cada tanto lo sujeta con una gomita. Cuando lo suelta parece  es la viva imagen de un charrúa musculoso, recio y rebelde.
No aplica para el ninguna regla, ni horarios, ni compromisos. Al igual que no aplican las normas sociales es hermano de todos los vicios, desde el vino de caja a la más oscura de las drogas.
Cuando habla puede hacerlo en forma dulce y tierna, entonces sus palabras y frases son como las de un niño. Otras es capaz de decir frases profundas que tal vez haya escuchado en alguna parte.
Su personalidad me intriga porque siempre dudo de “si se hace” el tonto para pasarla bien y no complicarse o si en realidad lo es.
Su vida no fue fácil, prácticamente no tuvo familia y lo crió un hermano.  Creo que debido a eso le cuesta apegarse a las cosas o seguir las reglas que a los demás nos han enseñado.

Es como un  magnifico caballo salvaje difícil de entender y por lo tanto de domar.

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