UNIVERSO TENEBROSO
MONTEVIDEO AÑO
1973
Eran épocas
difíciles en el año 1973, el golpe de estado la huelga general, las medidas
prontas de seguridad. El miedo imperaba en la gente y se palpaba en cada
esquina.
Yo con apenas seis
años no entendía mucho lo que ocurría en
las calles pero si notaba el miedo en mis padres, mis vecinos y mis maestros.
A fines de año
ocurrió la huelga de los maestros, mi madre como muchas otras dejo de enviarme
a la escuela. Eso significaba un problema familiar ya que el horario escolar
coincidía con el de trabajo de mis
padres. Ellos tenían que resolver quien
me iba a cuidar. La mayoría de los amigos de la cuadra con los cuales
compartíamos juegos seguían yendo a la escuela o sea que las vecinas madres estaban
descartadas, y hubo que recurrir a la familia. Entre las tantas tías hermanas
de mi madre quedo grabado en mi recuerdo la tía amparo.
Ella era muy
hermosa, y era lindo cuando se quedaba a cuidarme, me leía cuentos, jugaba a
que la peinara, vestíamos y desvestíamos muñecas. Eso cuando la tía amparo estaba bien, es que
como decía mi madre “a veces la tia tenia problemas”.
En aquella época
lo llamaban problemas hoy lo llamaríamos locura.
Una tarde como
otras vino a cuidarme y desde que llegó vi como se perfilaba en sus ojos una sombra gris, no era una sombra de maquillaje era una sombra de
horas de insomnio.
Le pedí hacer
varias cosas peinarla, leer cuentos, pero a todo contestaba no.
La sombra gris de
sus ojos se extendía al resto de su cuerpo, hasta su vestido era oscuro. Era
como si la tristeza estuviera carcomiendo su alma.
Finalmente acepto
salir a la vereda. Vivíamos en un apartamento, que de acuerdo a las costumbres
arquitectónicas de esa época, desembocaba juntos a otros muchos en un largo pasillo
que llevaba a la entrada.
Salimos y la tía Amparo
se sentó en el muro de cemento que había a ambos lados de la puerta, se cubrió
con un manto gris, puso su cabeza entre sus manos y comenzó a llorar. No emitía
sonido era solo llanto, un llanto lastimero
Parecía una sombra
cada vez más pequeña y oscura sentada en el banco de cemento, con la pared gris
que la rodeaba y sentía que eso la hacía aun más chiquita. A un lado el largo pasillo oscuro acompañaba
la imagen de Amparo llorando en forma lastimera. El cielo se pintaba de nubes,
esponjosas y oscuras anunciando lluvia para
acompañar las lagrimas de Amparo.
Yo estaba sentada
frente a ella, mi mente de niña no entendía nada, pero mis sentimientos
parecían acompasar aquella oscuridad que me rodeaba.
Yo también me iba
sintiendo cada vez más oscura, invadida por aquellas lagrimas silenciosas.
De repente desde
el pasillo un sonido me saco de golpe de aquel oscuro momento. Era el clac clac
de una bolita que venía rodando desde el pasillo oscuro.
La bolita verde
quedo a mis pies, y pareció iluminar de golpe tanta negrura.
Unos pasos
acompañaron la llegada de un niño que venía desde el fondo del pasillo oscuro. Traía
en sus manos una bolsa de bolitas de colores que brillaban intensamente en
aquel mundo gris que me rodeaba.
-Hola, vos tampoco
fuiste a la escuela- me pregunto
-No, no me dejan,
mi madre me dice que es peligroso-.
-Bueno vamos a
jugar entonces- me animo el niño , y desparramó la bolitas que iluminaron como
un arcoriris mi universo tenebroso.
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